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Nuevas (y Viejas) Ideas sobre el Epiclasico en Cholula

Submitted by mccaffer on Sun, 03/09/2008 - 12:53pm

By Geoffrey McCafferty (2008)

RESUMEN EN INGLES:

The culture history of Cholula has been one of the great mysteries of ancient Mexico. Despite extensive investigations for over 100 years, significant gaps remain--the Epiclassic period has consistently been one of these problem areas. Changing interpretations of the Classic/ Postclassic transition include those of Marquina and Noguera in the 1950s, who argued for a gradual cultural transition with the Great Pyramid occupied into the Early Postclassic period. Alternatively, members of the Proyecto Cholula (e.g., Müller) postulated a dramatic abandonment and break in the cultural sequence following the Classic period. This paper will synthesize data from recent investigations as well as from previous work at the ceremonial precinct to suggest that the site did undergo dramatic cultural changes during the Epiclassic period, but that the site was not abandoned. Instead, a new model for ethnic integration is suggested whereby "Classic" traits were selectively combined with innovative material culture as a new, "post-Classic" society was transformed. While this revised historical sequence shares prominent features with earlier scenarios, emphasis is placed on material culture, including architecture, as evidence of negotiated claims (and counter-claims) of cultural identity and legitimacy during a period of dynamic social change.

La ciudad sagrada de Cholula es una de las zonas arqueológicas más importantes de México. Tiene una historia de más de 3000 a os, y por la mayoría de esta historia la ciudad fue un centro ceremonial de gran importancia. Cholula es un enfoque central también en la historia de la arqueología mexicana, con investigaciones casi continuas durante el siglo XX.

Pero por todo eso, Cholula sigue como uno de los sitios más enigmáticos de Mesoamérica. Específicamente es la transición entre la época clásica y posclásica que queda más problemática. Este ensayo presentará un resumen de las teorías que existen acerca del epiclásico, entre 600 y 1200 d.n.e., con datos nuevos sobre condiciones culturales durante la transición. En efecto, voy a sugerir que los datos apoyan interpretaciones de los a os 50s (Marquina 1951; Noguera 1954), basadas en evidencias etnohistóricas además de arqueológicas, pero al contrario a interpretaciones posteriores que decían que Cholula fue abandonado al fin del clasico (García Cook y Merino C. 1990; Mountjoy 1989; Müller 1970, 1978).

HISTORIA DEL PROBLEMA

Por su importancia al momento de la Conquista, Cholula tiene una historia amplia a base de fuentes del siglo XVI. Los conquistadores, frailes, y corregidores escribieron cuentos de la ciudad en su esplendor y antes (Cortés 1986; Díaz del Castillo 1963; Dúran 1971; López de Gómarra 19 ; Motolinía 1951; Rojas 1927). Los historiadores coloniales como Torquemada (1977-83, Vol ) y Ixtlilxochitl (1975-77, Vol ) relatan mitos de los antepasados cholultecas, que llegaron a la ciudad cuando fue ocupada por quinametinime, o gigantes. Según estas fuentes mismas fueron los gigantes que construyeron las pirámides de Teotihuácan y Cholula. Los nuevos que llegaron fueron miembros de grupos étnicos de la Costa del Golfo, especialmente los olmecas y xicalancas. Según las fuentes, estos olmeca-xicalancas mataron (y consumieron) a los gigantes, y ocuparon Cholula de nuevo. Su edificio principal se llamaban Tlachihualtepetl, o "cerro hecho a mano." Tenían un sacerdote sabio, Quetzalcóatl, que les ense ó a todos su manera de vida.

Según Torquemada (1977-83, Vol ), los olmeca-xicalancas llegaron a Cholula "7 u 8 vidas de un hombre viejo" antes de su tiempo, o sea entre 700 a 850, aproximadamente. También dice Torquemada que la "tiranía" de los olmecas duraba 500 a os, o sea hasta 1200-1350, más o menos. Entonces, es precisamente esta ocupación olmeca-xicalanca que corresponde a la transición entre el clasico y posclásico.

La Historia Tolteca Chichimeca (1976) también habla de la historia antigua de Cholula. Durante el posclásico medio, en más o menos 1200 d.n.e., unos toltecas llegaron a Cholula en su migración a Cuauhtinchan. Vivían bajo la dominación de los olmeca-xicalancas, pero con alianza con vecinos chichimecas se atacaron y conquistaron Cholula después de unos pocos a os. Según Olivera y Reyes (1969), en el posclásico tardío Cholula fue un pueblo multi-étnica, con ambos tolteca-chichimeca y olmeca-xicalanca desarrollados en seis barrios de la ciudad (Carrasco 1970; Lind s.f.).

La Historia Tolteca-Chichimeca presenta varias ilustraciones de Cholula prehispánica, incluyendo la llegada de los tecuhtlis toltecas al palacio de uno de los sacerdotes de la ciudad sagrada, el Aquiach Amapane (figura 1). Este palacio está indicado en un lado de la Gran Pirámide, y por la orientación del manantial que corre de la base del montículo podemos suponer que el palacio está en la esquina noreste. Platicamos más de ésta al rato.

Ultimamente, la Historia Tolteca-Chichimeca tiene un plan de la ciudad en el posclásico tardío, cuando el centro ceremonial iba alrededor de la Pirámide "nueva" de Quetzalcóatl, y la Gran Pirámide fue incluida solamente como peque o montículo en la esquina del folio (figura 2). Así podemos ver un cambio importante en la organización espacial de la ciudad, correspondente a cambios profundos en el desarrollo de poder político, religioso, y étnico.

En breve, las fuentes etnohistóricas relatan datos valorosos acerca de la transición entre el clasico y posclásico. Los historiadores mexicanos de los fines del siglo XIX y hasta los a os 70s de nuestro siglo, como Kirchhoff (1976) y Jiménez Moreno (1970), usaban estos datos para interpretar la historia de Cholula. Según las fuentes, los olmeca-xicalancas llegaron a Cholula en el siglo VIII, estableciendo una "tiranía" que terminó en 1250 d.n.e., más o menos, cuando los tolteca-chichimecas invadieron.

TEORIAS ARQUEOLOGICAS

Ya que tenemos un poco de las antecedentes, debemos considerar como andaban los arqueólogos en toda esta discusión.

La arqueología es una diciplina dialéctica, en que avances "científicos" están basados en evidencia material e ideas teóricas (Hodder 1996; Shanks and Tilley ). Pero los datos y las ideas interrelacionan, o sea teorías dependen en los datos al mismo tiempo que los datos están interpretados a base de la teoría.

Cuando las excavaciones empezaron en Cholula en los a os 30s, bajo la dirección de Arq. Ignacio Marquina y Eduardo Noguera, los restos arqueológicos fueron vistos a luz de las fuentes semi-mitológicas. Los modelos de estos a os estaban llenos de tradiciones históricas pero debíles en teorías antropológicas. En términos de Cholula la época de la transición fue una secuencia de invasiones, primero por los olmeca-xicalancas y después por los tolteca-chichimecas.

En cambio, la "Arqueología Nueva" de las décadas 60s y 70s enfatizaron procesos de cambios culturales e ignoraban tradiciones históricas como leyendas particulares que no valían en términos "científicos." Los arqueólogos trabajando bajo este paradigma, como Müller y Dumond (1972), buscaban procesos culturales a base de los artifactos mismos, usando comparaciones con regiones cercanas. En nuestro caso, porque el Valle de México tenía una secuencia supuestamente establecida, la arqueología de Cholula fue relacionada proximamente a la de sus vecinos al poniente. Porque la cerámica policromada es escasa en el Valle de México, y esta primariamente asociada con la etapa azteca, las polícromas en Cholula fueron identificadas como diagnósticos de Cholulteca III, que según Müller (1978) empezaron en 1325, la fecha de la fundación de Tenochtitlán. Según Müller (1978) otra vez, Cholula fue casi abandonada después del clasico y reocupada unos siglos después, porque casi todos los contextos no obviamente clásicos tenían cerámica policromada. y, entonces, del posclásico tardío. Desafortunadamente, esta "secuencia" fue muy diferente a la "historia" de las fuentes, creando una contradicción entre los dos sistemas interpretivos (vea McCafferty 1994 y 1996a por más discusión).

Si las interpretaciones cambian frente a ambos los datos y las teorías, así andaría la ciencia social, y debemos considerar todos los recursos dentro de sus contextos intelectuales. ¿Cuáles son los paradigmas teóricos de hoy en día? ¿Cómo son los datos nuevos que existen? ¿Y de dónde recibimos ideas antecedentes? En lo que sigue, se presentarán los resultados de investigaciones arqueológicas, incluyendo obras recientes con reinterpretaciones de datos ya existentes, para sugerir una historia cultural de la transición entre el clasico y posclásico.

LA EVIDENCIA ARQUEOLOGICA

La evidencia por la transición existe de varias fuentes, ambas viejas y recientes. Durante la primera fase mayor del Proyecto Cholula, Eduardo Noguera (1954: ) observó que aunque no había cerámica polícroma dentro de la pirámide, sí había "polícroma firme" (Ocotlán Elegante y/o Torre) en su superficie, junto a cerámica negra sobre color natural del barro (Cocoyotla Negro sobre Natural). Noguera (1937) excavó una plataforma al lado noreste del montículo, con un altar piramidal llamado el Altar de los Cráneos Esculpidos que encontró dentro de un patio residencial (figura 3). El "altar" contenía dos esqueletos, hombre y mujer, con ofrendas de vasijas incluyendo cajetes de negro sobre color natural del barro (Cocoyotla Negro sobre Natural), que él relacionó con Azteca I. La cerámica del altar también incluye vasijas relacionadas con el anaranjado fino del Golfo y fondos sellados del tipo que ya llamamos Xicalli Bru ido. A base de ilustraciones de la Historia Tolteca-Chichimeca, ya mencionadas, este lugar corresponde al palacio del Aquiach Amapane en el posclásico temprano, aunque la plataforma tiene restos de una secuencia de ocupación continua desde el clasico tardío.

Evidencia existe también en la Gran Pirámide misma (Marquina 1970; McCafferty 1996b). En plataformas pegadas a Etapa 2 los investigadores encontraron murales en los taludes de rectángulos pintados de negro y dilineados de blanco. Este dise o comentó Marquina (1970) que se parecía como la fachada de la Pirámide de los Nichos en El Tajín, y entonces nombró esta plataforma el Edificio Totonaco. Ya que El Tajín está fechado entre 800 y 1100 d.n.e. (Brüggeman ), podemos pensar en estos restos de Cholula como edificios "posclásicos" también.

Contemporáneo de Etapa 2 de la Gran Pirámide, al noreste del montículo, los investigadores de los 40s encontraron otra pirámide grande; se llama el Edificio Rojo. El historiador del arte, el Dr. Rex Koontz, ha identificado elementos también relacionados con El Tajín, y entonces podemos pensar que el Edificio Rojo fue parte de un conjunto de montículos con Etapa 2 y el Edificio Totonaco en el epiclásico y posclásico temprano.

Según el Arq. Ignacio Marquina (1951) estas últimas fases de la Gran Pirámide continuaban hasta 1200 d.n.e. Porque no existía técnicas de fechamiento absoluto en estos días, Marquina tenía que relacionar su secuencia arqueológica con las fuentes etnohistóricas, y así nos dijo que la Gran Pirámide fue ocupada hasta el fin de la dinastía olmeca-xicalanca.

Con el "nuevo" Proyecto Cholula de los a os 60s y 70s, los arqueólogos emplearon nuevas ideas y metodologías para reinterpretar la secuencia arqueológica, aunque ya podemos criticar estas interpretaciones también.

En unos de los túneles del proyecto original encontraron indicios de otra etapa completa de la Gran Pirámide, la que llamamos Etapa 3. Las investigaciones empezando en 1965, otra vez bajo la dirección de Marquina, encontraron restos arquitectónicos de Etapa 3 en los lados poniente, este y sur. Lo curioso de estos restos fue que su fachada estaba muy relacionada con el talud/tablero de Teotihuácan. También la cerámica en el relleno de esta etapa era típica del clásico. Por estas razones, creo yo que Marquina y sus colegas cambiaron su cronología por los últimos a os de la Pirámide hasta que sugirieron que fue abandonada al fin del clásico (Dumond y Müller 1972; Marquina 1975; Müller 1970,1978). Como en estos días El Tajín también fue correlacionado con el clásico, no había problemas obvios con esta sugerencia, y fue aceptada por la mayoría de los arqueólogos mesoamericanos (pero vea Paddock 1987; Sanders 1989).

Pegada al exterior de Etapa 3 hay varias construcciones, especialmente en los lados sur y poniente. Al sur está el Patio de los Altares (Acosta 1970), un espacio complicado de 6 niveles de superposición en el cual el último tiene dos altares y dos estelas monolíticas, grabados con motivos curvilineares en dise o relacionado, otra vez, con El Tajín.

Otro elemento encontrado en el Patio de los Altares fue un altar en forma de pirámide en miniatura, identificado (desafortunadamente) como el "Altar Mexica," muy semejante al Altar de los Cráneos Esculpidos. Este altar está localizado a 3 m abajo de la última fase del Patio de los Altares, pero también más o menos 3 m arriba de la primera fase, o sea fue construido como parte de uno de estos patios. Lo importante para nuestro análisis es que la cerámica de este altar incluye Cocoyotla Negro sobre Natural, igual que en el Altar de los Cráneos Esculpidos, y también una vasija policromada del tipo Ocotlán subtipo Cristina Matte (Lopez, Lagunas, y Serrano 1976: ), con elementos iconográficos muy parecidos a la Isla de Sacrificios en la Costa del Golfo.

Asociados con las etapas diferentes del Patio de los Altares hay elementos decorativos, incluyendo un panel de grecas en secuencia que ocurren en los taludes de las plataformas. Este dise o está encontrado frecuentamente en los códices mixtecos, donde tienen la significancia de " uu" que quiere decir ciudad (Smith 1973: ). Hay elementos pintados en los taludes que también ocurren en los códices, por ejemplo, bandas diagonales de color, que en mixteco quieren decir "piedra." Otro elemento recurrente es el petate, pintado como plumas de verde y rojo en un edificio del Patio, y en el lado poniente de la Pirámide (Etapa 3b) como panel de piedras grabados (figura 4). El petate es un símbolo pan-mesoamericano de poder político, y se ocurre muchas veces en los códices mixtecos. Así entonces tenemos elementos decorativos con innovaciones relacionadas con el estilo mixteca-puebla, un diagnóstico de la época posclásica (McCafferty 1994).

Contemporáneo de estos otros murales es el que se llama los Bebedores, que presenta en un talud de casi 50 m un panel doble de personas tomando una bebida, probablemente pulque (Marquina 1971; Müller 1972). El estilo es muy distinto, aunque puede relacionarse con los murales de Las Higueras en Veracruz.

En el lado poniente de la Gran Pirámide también hay edificios asociados con Etapa 3, incluyendo la llamada Pirámide Tolteca que tiene el motivo de petate en sus tableros. Pero este edificio fue cortado en antigüedad por otra estructura redonda con pedazos grandes y irregulares de basalto que salían desde el cuerpo de la fachada. Estas piedras negras podrían ser utilizadas para apoyar el estuco, pero en mi opinion salen demasiado para ser exclusivamente funcional, y al contrario pienso yo que estas piedras darían la impresión de navajas de obsidiana, igual que en los códices mixtecos donde hay representaciones de "cerros de navajas."

Cosa interesante de esta lado poniente es que hay restos de otra nivel de construcción, Etapa 4, que cubrió todo. No tenemos ningún resto de una fachada final para Etapa 4, aunque lo que sí tenemos está construido de bloques de adobes bien hechos. La posibilidad existe, entonces, que por algún cambio cultural, por ejemplo la llegada de los tolteca-chichimecas, la Etapa 4 nunca fue completada. Otra posibilidad relacionada es, porque materiales de piedra para construcción son recursos exóticos en Cholula, los toltecas quitaron el superficie de Etapa 4 para construir su propia Pirámide de Quetzalcóatl. Siguiendo esta hipótesis, como la palabra nahuatl para pirámide es "cue," derivada de cueitl que quiere decir "falda," a quitar la falda de una pirámide conquistada podría ser símbolo de humillación igual que los representaciones abundantes de prisioneros desnudos.

Según las interpretaciones de esta segunda fase del Proyecto Cholula, toda la ocupación ocurrió durante el clásico, y Cholula y su Gran Pirámide fueron abandonadas después por unos siglos. Aunque este esquema fue aceptado por la mayoría, todavía existían unos, por ejemplo William Sanders (1989), que tenían dudas. Y en realidad los datos del Proyecto Cholula también ofrecían evidencia al contrario. La cerámica posclásica en los altares, por ejemplo, sugeririá que el Patio de los Altares fue mucho más reciente. Las muestras estratigráficas que publicó Müller (1970: ) revelaron una gran cantidad de cerámica posclásica, hasta más de 90%, en pozos supuestamente del clásico. Y el clave por cambiar la secuencia, que fue la arquitectura y sus relaciones con el Golfo, especificamente El Tajín, ya ha sido reinterpretada a base de fechas absolutas de radiocarbón. En pocas palabras, el apoyo básico por cambiar la secuencia arqueológica fue la semejanza con El Tajín, pero ahora que entendemos mejor la historia de Tajín es obvio que la Gran Pirámide de Cholula llegó a su máximo extensión en el epiclásico y posclásico temprano, en vez del clásico.

INVESTIGACIONES RECIENTES

Por fin llegamos a la época más reciente de investigación en Cholula, en que podemos reconsiderar su historia cultural incluyendo ambas fuentes de información, la arqueología y la etnohistória. Mi interés en el epiclásico de Cholula empezó bajo la dirección del Prof. Wigberto Jiménez Moreno, quien me preguntó "¿Quiénes fueron los olmecas y cómo fue su presencia en Cholula?" También, estudiando con el Prof. Michael Lind, encontré tiestos de cerámica policromada muy diferente de la que apareció en el posclásica tardío, y yo empecé a pensar en rasgos culturales del posclásico temprano cuando vivían los olmeca-xicalancas en Cholula. Lind enfatizó la importancia de buscar afuera de la zona ceremonial a investigar contextos domésticos para entender la cultura prehispánica en forma más antropológica. Con todo esto he utilizado una metodología más en la tradición "post-processual," o sea con interés en la cultura material contextualizada (Hodder 1985, 1986).

Mi tésis de doctorado fue escrita sobre un conjunto residencial, designado UA-1, en las tierras de la Universidad de las Americas (McCafferty 1992). Los artifactos incluyeron todos los rasgos de la vida cotidiana: cerámica, lítica, figurillas, malacates, etc. Por los contextos diferentes de deposición, fue posible crear una seriación de los tipos de polícromos existentes, y así sugerir una nueva cronología del posclásico (McCafferty 1996a; Cuadro 1). El conjunto explorado más ampliamente fue la Estructura 1 (figura 5), fechada a la fase Tlachihualtepetl medio y tardío (900-1200 d.n.e.). Estructura 2 fue parcialmente excavada, y fechada a la fase Cholollan temprano (1200-1400 d.n.e.). Un pozo de agua, relleno de basura e intrusiva abajo del piso de Estructura 1, fue fechado a la fase Cholollan tardío (1400-1550 d.n.e.). Aunque las formas funcionales de vasijas utilitarias quedaban muy parecidas durante el posclásico, las vasijas de servicio, por ejemplo cajetes y vasos, cambiaron mucho entre las fases. Por los resultados del análisis de UA-1 ya podemos descutir la vida doméstica de gente de los grupos étnicos de Cholula durante el posclásico.

Una excavación de rescate, hecho por el Arqlgo. Suárez (1994), encontró otro pozo lleno de restos domésticos, incluyendo cerámica Cocoyotla Negro sobre Natural y un tipo de cerámica policromada que él llamó "cerámica lisa," o en mi terminología "Ocotlán Borde Rojo." Tiene un acabado bien pulido, en color anaranjado, y con un borde pintado en rojo que baja aproximadamente 1 cm en el cuerpo interior y/o exterior, depende de la forma. Cerámica semejante de Tula está conocido (Cobean 1992), que es diagnóstica de la fase Tollan, y en Xochicalco también. Una diferencia importante en Cholula es que en otros ejemplares la de Ocotlán no es "lisa" pero puede tener decoración pintada o esgrafiada. Las dise os incluyen motivos curvilineares muy parecidos a cerámica de Isla de Sacrificios en la Costa del Golfo (García Payon 1971). La contribución más importante del análisis es que Suárez recuperó muestras de carbón con que él fechó el depósito entre 900 y 1000 d.n.e. Estas son las fechas todavía más tempranas en Cholula para la cerámica policromada, y sirve claramente a disputar la secuencia posclásica de Müller.

En 1993, Sergio Suárez dirigió otro rescate en la zona urbana de San Pedro Cholula, en donde el encontró una casa de la época Quinametepec tardía (400-700 d.n.e.), a base de 4 fechas de radiocarbón (McCafferty y Suárez C. 1994; McCafferty 1996a). Este contexto nos da una buena idea de la cultura material de esta época, especialmente en comparación con la de Teotihuácan. La cerámica incluyó tres tipos principales: Tepontla Gris Bru ido, Acozoc Anaranjado, y Teotihuácan Anaranjado Delgado. También nos da una fundación para hacer comparaciones con las fases siguientes.

El próximo a o, Suárez regresó al área del Altar de los Cráneos Esculpidos, excavada originalmente por Noguera en los 30s, para consolidar la arquitectura, mejorar el plan del sitio, y clarificar restos arquitectónicos visibles en la superficie. Identificó 6 etapas de construcción en el conjunto alrededor del altar, incluyendo dos otros altares que fueron cubiertos por la construcción de la escalinata del patio asociado con el Altar de los Cráneos Esculpidos (McCafferty y Suárez C. 1995). La cerámica asociada con las etapas de construcción presentó una mezcla de rasgos clásicos y posclásicos tempranos. También estaban el Tepontla Gris Bru ido y Acozoc Anaranjado, aunque no habia ni un tiesto de Anaranjado Delgado; por el posclásico había Cocoyotla Negro sobre Natural, Xicalli Bru ido (incluyendo cajetes con fondos sellados), comales de Momoxpan Anaranjado, y ollas de San Andrés Rojo. Había solamente un tepalcate de Ocotlán Borde Rojo, y por eso el altar y su conjunto tienen que fecharse antes de 900 d.n.e., o sea en la fase Tlachihualtepetl temprano (700-900 d.n.e.).

Aunque estas colecciones son realmente pocas, y salieron de relleno constructivo, nos da una idea de cómo fue la transición entre el clásico y posclásico temprano. Por ejemplo, en cambio a lo que dijó Müller (1978), la transición no fue abrupta, con un complejo completamente nuevo de cultura material. En realidad fue gradual, con la adición de unas inovaciones que a tiempo aparecieron como los rasgos distintivos del posclásico. Estos incluían tipos de cerámica como Cocoyotla, Momoxpan, y San Andrés, pero también formas de vasija como el comal (que no apareció en el clásico) y cajetes con fondos sellados, y formas nuevas de incensarios y figurillas. La cerámica decorada, como el Cocoyotla Negro sobre Natural, tenía rasgos que pueden ser relacionados con Azteca 1 pero también con el Golfo, y de los pocos tiestos de importación la mayoria vinieron desde Veracruz. Todo esto quiere decir que la cultura Cholulteca fue en proceso de transformación, con nuevas maneras de pensar, vivir y comer.

CONCLUSION

Ideas sobre la transición entre el clásico y posclásico han cambiado muchas en los últimos 100 a os, basándose en fuentes etnohistóricas y también evidencia arqueológica. Lo que es importante reconocer son los paradigmas ondulantes de la teoría y la evidencia, en que por cuestiones diferentes llegan los investigadores a conclusiones distintas. Por ejemplo, con un enfoque en la arquitectura de la Gran Pirámide en donde la cerámica encontrada se relaciona con relleno de construcción, los arqueólogos del Proyecto Cholula (fase 2) concluyeron que todo se fechaba al clásico. En cambio, con enfoque en recintas domésticas, yo veo rasgos socio-culturales, con más enfasis en la cerámica doméstica, y así pienso más en transformaciones graduales entre el clásico y el posclásico. Con tecnología moderna, específicamente el uso de fechamiento de radiocarbón, ya podemos ver estos cambios en términos de una cronología absoluta. Esta también ha clarificado la secuencia tipológica de cerámica que usamos. Y por fin, existe una nueva apreciación por las fuentes etnohistóricas como evidencia, pero no necesariamente clave para la interpretación de la historia cultural.

En resumen, Cholula fue un ambiente social dinámico durante la transición clásica/posclásica. Tenía asociaciones culturales con Teotihuácan durante el clásico aunque parece que no era de la misma unidad política y no compartía una ideología al nivel estatal. Por el epiclásico, aparecían ideas nuevas desde el Golfo, que vimos en la arquitectura y la decoración de la Gran Pirámide y también en dise os en la cerámica. Los fondos sellados, por ejemplo, llevan imágenes iconográficas del dios Ehecatl-Quetzalcóatl, y es precisamente en el Patio de los Altares en que rasgos de esta compleja religiosa apareció también. Elementos desde el Golfo están indicados muy claramente en los primeros polícromos, empezando por 900 d.n.e., con formas curvilineares, monstruos marineros, e imágines Mayoides. Para mí, esta evidencia arqueológica corresponde muy bien a las fuentes que hablaban de una presencia cultural de gente de la Costa, específicamente los olmeca-xicalancas, y así se conforman muy bien con las ideas anteriores de Eduardo Noguera y Wigberto Jiménez Moreno.

Por seguro, la discusión que he presentado es breve, y todavía nos faltamos mucho más información. Lo que necesitamos es, simplemente, más investigación, ambos en la zona arqueológica alrededor de la Gran Pirámide y en la zona urbana en donde podemos encontrar evidencia de la vida cotidiana. Yo he oído que Cholula está perdida como sitio de investigación arqueológica por la cantidad de construcción moderna. Aunque la situación sí está grave, y recursos importantes son destruidos cada a o, todavía existen oportunidades para recuperar información importantísima sobre su cultura histórica y los procesos de cambio que han pasado en la ciudad sagrada.

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